SEGUIMOS A VUELTAS CON LA DEMOCRACIA

La democracia está en peligro; a muchos nos parece obvio, pero no reaccionamos, parece que no nos importe. Así, hemos de escuchar barbaridades como que preguntar al pueblo lo que quiere es antidemocrático, ilegal y debería llevar a quien lo propone a la cárcel. Que un parlamento elegido democráticamente haga una declaración sin más contenido jurídico que el expresar una opinión, provoca incluso consultas jurídicas sobre su legalidad y es llevado al tribunal constitucional. Que se haga una manifestación por no estar de acuerdo con las políticas del gobierno, es calificado hasta de golpe de estado encubierto (y no se trata de un desliz, dado que se ha calificado así en varias ocasiones). Mientras, una auténtica marejada de corrupción rodea al partido que nos gobierna sin que se haga nada que no sea esperar a que todo se calme, o una dirigente de este partido (la señora Camacho) reconoce públicamente haber cometido un delito (no denunciar un posible delito es delito en sí mismo, señora) y no pasa nada; o se vota a un partido con un programa determinado y después hace lo contrario y no pasa nada; supongo que éste es el ideal de democracia que tienen estos señores.

Y todo esto viene a cuento de la consulta popular en Cataluña (que ya veremos si se hace). La diferencia con un referéndum es que éste es vinculante y para el tema de la independencia catalana lo ha de convocar en gobierno y en toda España (al menos hasta que se cambie la constitución, y que me expliquen qué pinta un canario (por poner un ejemplo extremo para que sea fácil de entender) decidiendo el futuro de Cataluña). Pero una consulta popular, sin contenido jurídico, es tan sencillo como preguntar al pueblo qué quiere; me atrevería a definirlo como el súmmum de lo democrático; aquí en Cataluña, durante estos últimos años. Han venido haciendo decenas de consultas populares sobre la independencia, por organizaciones que no dependían de gobiernos locales o regionales, aunque éstos les apoyaban; parece que el problema es que lo haga un gobierno regional; demasiado retorcido para mí. Y llega un señor fiscal y defiende este derecho que parece obvio, sin incumplir ninguna de sus obligaciones como fiscal y se le abre expediente y se le obliga a dimitir para no tener que cesarle.

No sé ustedes, pero a mí todo esto cada día me da más asco.

«La democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos» (Enrique Mújica Herzog).

Los comentarios están cerrados.