LA SUCESIÓN DEL JEFE DEL ESTADO

El rey ha abdicado la corona, como todos sabemos. Según la constitución, hemos de darle permiso para irse, aunque el señor no se vea capaz de seguir; pero si le hubiéramos dicho que no, como algunos grupos políticos han intentado y él se hubiera ido de todos modos, ¿qué habría pasado? Porque es inviolable y no está sujeto a responsabilidad. A lo mejor habría sido divertido.

Luego están los otros, negándose a un referéndum sobre el tipo de estado que queremos (monarquía o república), alegando que creen (¿?) que no estamos por el cambio. A mí me parece que hay que preguntar y según lo que salga proceder al cambio de la constitución, porque lo contrario, como propone la derecha, viene a ser lo de siempre, una política de hechos consumados en la que tenemos que aceptar habitualmente un grupo de opciones, cuando lo que queremos es opinar sobre uno concreto. Y si sale que no queremos cambios, nos ahorramos todo el esfuerzo y dinero que conllevaría el tema. Estaría bien  que por una vez no empezáramos la casa por el tejado.

Claro que lo que no tiene sentido tampoco es la izquierda, negándose a aceptar al rey porque quieren una república. Y mientras tanto, ¿nos quedamos sin jefe de estado? ¿O es que pretendemos el cambio ya, sin más? Porque a esto último se le llamaría golpe de estado y no tendría algo básico como es preguntar a los ciudadanos.

Señores políticos, ya está bien, que la soberanía es nuestra y no lo entienden. Quizá deberían dejar paso a una nueva generación, con nuevas ideas, más honestidad, más democráticos…

«El que no se atreve a ser inteligente, se hace político» (Enrique Jardiel Poncela).

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