QUIERO MI AFORAMIENTO YA

Resulta curioso que en la mayor parte de los países democráticos apenas haya aforados y aquí tengamos más de 10 000. Personas que pueden hacer lo que quiera o decir lo que quiera, porque sólo pueden ser juzgados por el tribunal Supremo (con jueces elegidos por ellos) y previo suplicatorio a otros que son como ellos (ya sabemos que hoy por ti, mañana por mi); y eso independientemente de que la causa a investigar tenga relación con su cargo o por asuntos personales. Más que curioso, todo esto resulta insultante.

Ahora estamos a vueltas con el aforamiento del rey Juan Carlos I. Sorprende la prisa que parecen tener algunos por proceder a este aforamiento, hasta el punto de hacer la chapuza de incluirlo en otra ley sin relación; ¿por qué? Como yo lo entiendo, o así debería ser, lo que este señor haya realizado durante su mandato ya debería estar cubierto por el aforamiento del que disfrutaba entonces (en este caso, además, inviolabilidad, según la constitución); lo que haga ahora, es un asunto personal y no veo el motivo por el que deba estar aforado.

Pero por otra parte, el otro extremo de la balanza, algunos se niegan a este aforamiento alegando que tiene que ser igual que el resto de ciudadanos; hasta aquí estoy de acuerdo; el problema es que quienes lo dicen, lo dicen desde su condición de aforados y no les veo que se rasguen las vestiduras por este motivo ni tengan prisa por promover una ley que les quite dicho aforamiento o, mejor aún, que hagan uso de su dignidad, den ejemplo y renuncien públicamente a dicho aforamiento; así sí resultarán creíbles.

En resumen, que quiero mi aforamiento ya; igual que quiero mi coche oficial o todos los privilegios de los que hacen gala todos estos tipos (ya sabemos, iPhones, iPads, ordenadores portátiles, tarifas 3G, ADSL, tarjetas para gastos, descuentos en viajes (por supuesto en business),… Todo a la vez y a cargo de nuestros impuestos).

«Es el deber de los hombres justos hacer la guerra a todos los privilegios inmerecidos, pero no hay que olvidar que esto es una guerra sin fin» (Primo Levy).

Los comentarios están cerrados.