NUESTRA EDUCACIÓN

Que los males que nos acechan son culpa nuestra es algo indiscutible; no podemos culpar a los demás dado que lo que pasa en la sociedad es culpa de la sociedad en su conjunto. Y que esto tiene que ver con nuestra educación es de una lógica aplastante, dado que actuamos según nos han enseñado. Hoy prima la inmediatez, el egoísmo absoluto, el hacer lo que nos interesa sin preocuparnos del resto, una especie de «esto quiero, esto tengo»; si hemos de pisar a alguien, pisamos y ya lo justificaremos, somos expertos en buscar excusas para todos nuestros actos.

El otro día vi orinando a alguien en la calle. No era el campo, ni siquiera un parque, era una calle y estaba orinando en una acera; le importó poco o nada que a otros nos parezca una guarrada o que nos podamos manchar o que tengamos que irnos por otra parte. No era un «sin techo» ni un demenciado; era un hombre joven-maduro, correctamente vestido, acompañado de su hijo preadolescente al que supongo que estaba intentado educar con esa actitud tan cívica y que tanto decía de él. No podía alegar ni siquiera una urgencia incoercible, dado que se trataba del lateral de un supermercado en el que hay urinarios públicos (lo sé porque yo acababa de usarlos y puedo asegurar su perfecto funcionamiento). Por supuesto no le dije nada pues con esa actitud tuve miedo de que además fuera portador de armas.

En resumen, ese cerdo (que me perdonen esos nobles animales) y su actitud creo que es un claro reflejo del estado actual de la sociedad. Como no espabilemos…

«Los valores en los que hoy en día la humanidad sintetiza sus más altos deseos son valores de decadencia» (Nietzsche).

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